Una urbe, que pierde su vida nocturna, malgasta su condición de ciudad y comienza a ser otra cosa que no tiene nombre alguno. La noche caraqueña se perdió y debe recuperarse
Carmen Guédez-Da Silva - 29 08 2021
No es fácil entender a una ciudad donde a la vida nocturna se le ha puesto candado. La inseguridad la encerró, pero también hay que culpar al desinterés de quienes la habitan, porque el bienestar ciudadano se pelea en todos los terrenos y la noche forma parte de la vida social del ser humano. Por algo tan preciado, se lucha. ¡No vale rendirse! No vivir la noche es encerrarse y nunca el encierro ha sido sano. Que no la vivan todos, pero sí los que la disfrutan. Es un derecho que ha sido arrebatado.
En Caracas se vive hasta la tarde o comienzo de la tarde/noche. La noche abierta es para regresar a casa a cenar, ver televisión y dormir. Al día siguiente, la misma cansina rutina. Basta ver la programación de los espectáculos para darse cuenta de que la actividad nocturna no existe en la capital de un territorio llamado Venezuela. Los factores que hacen posible tal barbaridad, son muchos, pero tampoco se puede negar que hay un conformismo alarmante. La ciudad muere cuando el sol se va.
La Caracas nocturna no va a renacer en la mente de los que gobiernan. A ellos les conviene el encierro porque éste calma su paranoia. Es el ciudadano común quien tiene que retomar la ciudad oscura y eso, tal vez, sea más fácil si se comienza por cada urbanización. En Europa, hay barrios que tienen su propia fiesta y miles de personas asisten. Gente que piense sobre esta posibilidad y tenga la capacidad de ejecutarla, existe. Aquí queda la idea.
Desde el momento en el que la libertad es restringida, sólo queda una posibilidad: pensar y llevar a cabo lo que se piensa sin correr riesgos. No hacerlo se traduce en lamentos que no llevan a nada, más que a una triste vida.
Cuando se sale del país, resulta un disfrute caminar en la oscuridad de la madrugada. ¿Cuándo será el día en el que el caraqueño recupere las 24 horas de su ciudad y las use a su gusto?
Se necesitan emprendedores que diseñen la noche para todo el que viva en Caracas, no sólo para una élite porque eso no solucionaría el problema. El Gran Café, el Piccolo Café y La Vesuviana (los tres llegaron a ser como uno solo), fueron un ejemplo de disfrute nocturno para todas las clases sociales y no arrojaron pérdidas. Fueron cerrados por motivos ajenos a su voluntad. Al Piccolo Café lo cerró la construcción del metro de Caracas y del Gran Café, el tiempo lo ha contado todo.
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Así fue la era dorada de los cafés con terrazas |
La cultura nocturna también debe volver.
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