La gente mala y sin empatía aumenta en tiempos de Covid-19

El hastío que se respira tras la aparición del coronavirus, ha causado, en los malvados, más amargura de la que ya tenían. Precisan botarla y cualquiera puede convertirse en su víctima

Carmen Guédez-Da Silva - Caracas, 20 08 2021

 

El problema mayor, en la torcida conducta de un ser humano en contra de sus semejantes, está en los que disimulan su capacidad de hacer daño. Esa gente es más dañina porque dirigen su veneno a la psiquis de su víctima. Pueden ir más alla.

Son reptiles capaces de herir mucho más que los que no saben –o no pueden– esconder su capacidad de odio. Esos son tontos, pero tontos dañinos a los que se les hace más difícil dañar a otros, pero también lo hacen.

En los primeros 7 años se forma la personalidad del ser humano

Intentar saber de dónde viene la crueldad en algunas personas –hasta convertirlas en un  peligro andante– es tarea de psiquiatras y psicólogos, no de cualquier ciudadano, aunque los padezca en su hogar o en su comunidad. Esos profesionales son los que les pueden colocar etiquetas a estas personas.

Nadie tiene porque aceptar al que la vida ha tratado mal –especialmente en su niñez– y por eso se descarga con los demás. Los responsables son otros, no aquellos que no crecieron con ellos ni son parte de su entorno familiar. Se ayuda a quien se deja ayudar, no al que no le interesa ser ayudado. La solidaridad y la empatía no pueden ir en contra de quien las practica.

Los que han tenido una niñez feliz, corrieron con suerte; pero el futuro se lo construyeron ellos solos y, de eso, sí son responsables. No lo son de las desgracias de la gente mala que sobrellevan su fracaso sin procurar resolver sus traumas, en una búsqueda incesante de verter, en el resto de la humanidad, sus desgracias y su falta de logros. Una niñez infeliz los coloca en el carril de la maldad. El resto lo hace el entorno social donde se crece y la falta de una equilibrada estructura familiar.

Alejarse de esa gente es la única actitud sana

Nadie está para correr el riesgo de intentar saber cuán peligrosos son las personas con rasgos de maldad. Cuidado si algunos son sociópatas (no todo malvado lo es) o padecen otros trastornos de peligro para el resto de la sociedad, razón por la que hay que alejarse de esa gente. El ser humano necesita, a su lado, a gente buena, solidaria, bondadosa y empática. Gente pensante, inteligente, culta y creativa. No a los que no hacen ningún bien y nada aportan. Mentes pequeñas que tampoco ayudan, a los demás, a crecer intelectual y emocionalmente. Tenerlos al lado es no quererse a sí mismos.

No crean que todos los malos están locos

¡No, no lo están! Saben muy bien lo que hacen. Siempre serán un peligro para la humanidad ya que es casi imposible anticiparse a su capacidad de perjudicar al prójimo. Mejor, muy lejos del resto de la sociedad. Que vayan por la acera contraria a la que transitan los que no son de su camada.

Por ejemplo, una persona tóxica siempre hablara mal de otros

Eso lo delata. Más dices de ti por lo que dices de los demás, que por lo que dices de ti mismo”. Para ellos, los demás son los malos. Ellos nunca hacen nada incorrecto. Carecen de capacidad de autocrítica.

La repercusión del coronavirus

El Covid-19 ha terminado de hacer mella en sus mentes porque el obligado y prolongado encierro los ha obligado a estar consigo mismos. Eso no lo toleran. Nada más grato… o más duro, para el ser humano, que encontrarse con lo que, en verdad, se es: seres de provecho, plenos de felicidad o despojos humanos sin amor y con el fracaso y, a veces, el rechazo a cuestas.

La capacidad de hacer daño a las personas se ha exacerbado en estos tiempos de  pandemia, hasta un extremo que causa preocupación y llama a reflexionar sobre el tema.  Afecta a toda la humanidad, pero se agrava en contra de los más vulnerables: niños, mujeres, ancianos, enfermos, etc. En la medida que esto avanza, la sociedad del siglo XXI lo tolera, demostrando que se están dando pasos gigantescos hacia atrás. El progreso se desdibuja porque todo acto de crueldad conduce a la barbarie.

La maldad es denunciable porque puede ir en aumento y causar un daño irreparable y de lamentar. Cada cual debe saber hasta dónde es capaz de soportar.

Caracas espera por los que construyen

El caraqueño y el venezolano en general– vive tiempos difíciles para, además, tener que soportar a los insociables que  practican la maldad. No lo permitan porque, si lo hacen, son cómplices. Se necesita gente que apoye al que hace algo y no sólo se queja. Se requiere de los que suman, no de los que restan. Hay que concentrarse en levantar a la ciudad del Cerro El Ávila.

 

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